"Yo siempre quise trabajar en el cine. Cuando era pequeña pensaba que algún día sería una gran estrella. O por lo menos guapa. Guapa y rica, como las mujeres de la tele. Si, tenía muchos sueños y podría decirse que era una romántica, porque estaba convencida de que algún día se harían realidad. Me pasaba horas con mis fantasías. Poco a poco aprendí a dejar de contárselas a la gente, decían que era una ingenua, pero entonces creía en ellas con todo mi corazón, y cuando estaba deprimida me refugiaba en mi mente, en mi otra vida, donde era otra persona. Me hacía feliz pensar que la gente todavía no sabía quién iba a ser yo, pero que algún día les sorprendería a todos. Me habían dicho que a Marilyn Monroe la habían descubierto en una cafetería, yo estaba segura de que a mi también me pasaría, así que empecé a salir desde muy joven y en secreto buscaba quién iba a ser mi descubridor. ¿Sería ese hombre? ¿O quizá éste? Nunca se sabe. Pero aunque no llegara a llevarme al estrellato como a Marilyn al menos vería en mí algo que valiera la pena, lo que podría llegar a ser o por lo menos me encontraría guapa, como un diamante en bruto. Me llevaría lejos, a mi nueva vida y a mi nuevo mundo donde todo sería diferente. Si, viví así durante mucho tiempo, en mi cabeza, soñando, era bonito, hasta que un día se acabó."
Despertaste de tu sueño. Puedes dibujarlo a tu antojo con viejas imágenes borrosas que una a continuación de la otra crean una secuencia. Como esa fantasía con sabor a café espumoso donde narras una vivencia que aun no has podido realizar.
Los sueños se componen de fotogramas. Dicen, que salidos del subconciente, resurjen cuando a punto de colapsar tus emociones del día a día no encuentran rumbo ni tan siquiera en un diario de anotaciones. Y se funden. Se funden como cuando pasas con rapidez las páginas de un cuaderno y se mueven los trazos del lápiz.
Es un sueño que al despertar recompones, a tu manera, como las películas, si, del mismo modo.
Todo el mundo escucha con o sin querer a "ese alguien" que dice, comenta y acaba contando la película que vio la semana pasada en la gran pantalla. "Ese alguien" ha visto la misma película que tú, y sin embargo su forma de contar la historia no es ni similar a como tu la habrías contado. Por momentos crees que se trata de un film distinto, pero caes en la cuenta de que a decir verdad eso mismo hacemos con nuestros sueños.
En los sueños no se escuchan palabras, y sin embargo creas conversaciones. No trancurre un video desde el minuto cero, y sin embargo para tí forma una historia mental como si se tratase de un capítulo que acabas de vivir.
Cuando vives de un sueño es porque prefieres éstos a la vida que te rodea, y de la misma manera hay quien anota: "Prefiero el cine a la realidad", ignorante de que tras los 120 minutos llegan los créditos finales, y aunque él género sea el mismo, es bastante probable que no vuelvas a ser protagonista de tu popcorn movie, y pases a ser el figurante de la escena 14 entre la multitud de la quinta avenida, donde el chico le dice a la chica que las cosas no son lo mismo que antes.
La diferencia, si es que existe, radica en que cuando abres los ojos se acaba tu pequeña fantasía, y problamente, aunque fuese catalogada como buena o mala experiencia, no se vuelva a repetir del mismo modo. Sin un guión predefinido, sin unos artistas invitados, sin los focos en la escena del salón y sin un cambio de cámaras.
Cuando veas la película en torno a tu cabeza ten presente que "Ahora el cine es sólo un sueño" y entre sueño y anotación vivirás la película como Ese alguien que vivió de manera distinta la misma película de la gran pantalla. Sin pausas, sin créditos finales, sin interrupciones, sin bostezos, sin risas de fondo, con música de ambiente. Si; como si fuese un sueño.